Pues lo prometido es deuda, no hablaré, no atosigaré a ustedes, lectoras insumisas, lectores zapatistas, amigos juaristas de todo lo que acontece en esta otrora república mexicana. No, para qué insistir en los desfiguros y burlas de los polacos mexicas, no, calma. Hoy no diré nada sobre ese personaje de miedo y truculencia y desacato que es el tal secre de la SEP, no, que miedo, qué terror, qué espanto, qué temblorina me agarra cuando leo, veo lo que dice y lo que hace tan esmirriado personaje, claro digno del gabinete del presidente en turno. No, como dije, basta de llorar las penas que nos provoca el sistema capitalista reinante. Sí, basta. Mejor le voy a contar lo que observé en esta noche. Lo negro de la sombra que provoca el que el condenado Sol se oculte en el horizonte, cubría todo el cielo. Pero como ahora, en este tiempo, en esta época del año en que, aparte de la sombra, la luz no quiere quedarse atrás, inunda todos los rincones del planeta y se da el juego universal de sol y sombra, luz y oscuridad, brillo y negro, pues eso mismo he contemplado, como arriba digo, en el cielo. Cuando es de noche, millones de estrellas, miles de puntos refulgentes se prenden y se apagan, jugando con nuestra vista, complaciendo a nuestros ojos. Algún avión nocturno cruza el espacio y deja una estela visible, es un rayo, un chorro de gas que rasga la negrura espacial. Claro, María estaba de vacaciones en Mi Oficina y la invité a pasar un fin de semana en la montaña, por eso hablo del espectáculo sideral, porque desde los cerros, desde la cumbres se observa en todo su esplendor magia que encierra la estratósfera. María observa y sus ojos negros como de capulín bailan al son de las estrellas rutilantes, y sus manos, manos de mujer morena, de mujer que ama lo bello y que ama la naturaleza y que ama su trabajo, sus manos, digo, siguen la órbita de Marte, y dibujan el camino de los anillos de Saturno. Estas noches con ella, con María la de rostro también rutilante, y la compañía de las auroras y el acompañamiento de la Osa Polar y el brillo de la constelación X, estas noches me obligan a no pensar en los desfiguros y los jueces, y olvido Acteal, y Aguas Blancas. Claro, sólo este tiempo es de olvido, porque al terminar este festín, la cruda realidad, el fraude, la mentira institucional…Vale. Abur.