9 de Septiembre 2009

Si viera usted, amiga insumisa, amigo zapatista, compadre bailador y bebedor de cubas, amiga gozadora de la bella vida, el trabajo que me cuesta, lo penoso que para mí es el estar dale que te dale con el tema de las violaciones a los derechos de los trabajadores, lo difícil y aburrido que es el tener que hablar, y sobre todo, escuchar los discursos del presidente en turno. Y lo cansado que es estar criticando los yerros y los fallos de los señores de la Suprema, y lo cansadísimo que es aguantar las peroratas de los senadores y las diputadas sobre todos los males que caen como chubasco sobre las testas de la raza de bronce y sobre los hombros de los campesinos y de las amas de casa. Sí, ya chole, ya calma, ya basta. Sí, yo protesto por esa cultura del fraude, pero como digo, ya dejen descansar, ya no le hagan más al ensarapado. Sí, amigas no panistas, hoy, al menos el día de hoy prometo no hablar sobre los escabrosos temas de los impuestos y de la subida al cielo de los precios de todo, no, no lo haré, me callaré, y mejor me dedicaré, con María, claro, a echarme entre pecho y espalda unos cuántos tequilas, y escucharemos canciones de Ponce, de Juanga, de Chava Flores, de Los Panchos –dice María, mi bella María, que recordar es vivir-, pues le haré caso, y la rocola sonará por las mesas de mi Oficina en donde los paisas rumian sus penas y sus desdichas, y retumbará por las paredes en la que cuelgan fotos de la Trevi y de la Tongolele y de la Verónica y de otras damas de muy buen ver. Y allí, en ese lugar democrático y bullanguero, con los paisas, con María, hablaremos de todo, menos de la polaca y mucho menos del fut en donde ahora el odiado América ya empezó a ganar. No, hablaremos del sol, de la luna y de las estrellas, charlaremos de lo bien que está poniendo la hija de la comadre, de lo mejor que está el libro de Juan Rulfo, de la nueva novela del Capitán Lujuria, o sea del Águila Negra, o sea del mismíto René Avilés Fabila. Y así al calor de las copas y de la charla y de las anécdotas y de las risas de los compas allí reunidos, nos olvidaremos, al menos por ese día, de los errores, crímenes, mochaorejas, traidores, vendepatrias, y de la fauna que está incrustada en la burocracia dorada del poder. Digo ¿No? Vale. Abur

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