La poesía, su lectura, su comprensión a los sufrimientos, su aporte humano, su generosidad sin límites, me permiten sobrevivir, me dan ánimos para seguir viendo con amor a los árboles, a los ríos, a las montañas; la poesía, me proporciona aires vitales para respirar la paz que todavía existe en algunas personas, para aspirar el olor de las flores que lanzan al tiempo sus colores; los versos de Lorca me llevan a viajar por la luna, por las nubes y por el interior de mi alma. López Velarde, al releerlo, me produce “calosfríos ignotos” y me hace querer todavía más a María, la bella mujer que me atiende en Mi oficina y que, generosa, me ofrecen siempre el brillo de sus ojos y me acaricia con su andar, y sus rotundos pechos me llevan a pensar que existen en estos lares -a pesar de la pesadilla siniestra que es el gobierno calderonista- mujeres que aman la libertad, que quieren vivir la vida sin intromisiones ni cortapisas. Y Sor Juana, ah, Sor Juana me demuestra que ese género, el femenino, es mejor, mucho mejor, qué digo, mil veces mejor que las siniestras damas que pululan en el partido casi fascista que cobija a los represores, a los banqueros, a los curas y a los foxes y a los bribiescas y a las sahagunes y a los lozanos y a los soldados que asesinan a jóvenes. Y cuando escucho en mi adentro la voz de Miguel Hernández, la tierra tiembla, el alma se sobrecoge, los niños hambrientos gritan desesperados –pero nunca serán escuchados por el insensible –de los valores revolucionarios y democráticos- que despacha en Los Pinos, y Miguel, con sus heridas, la de la vida, la del amor y la de la muerte, me trae el doloroso recuerdo de las niñas y los niños asesinados en Hermosillo. Si, viajo con las tres heridas de Miguel Hernández –asesinado por el franquismo español-, viajo con ellas y no salgo de mi dolor, pues veo cómo los cínicos políticos mexicanos –todos aman a los pobres y a los que menos tienen y aman a México- siguen dando puñaladas en el vientre a mujeres, a niñas, a niños, a estudiantes, y claro, los jueces mexicas listos para meterlos a la cárcel si osan levantar su voz. Sí, a castigar a los sindicalizados, a hundir a los pobres a vender a México, y ellos, los polacos a gozar sus millones y…. para qué seguir con las quejas. Mejor seguir leyendo a los poetas, son mejores y ayudan a soportar la realidad. Vale. Abur