Dicen los que saben de esto, que la historia es la misma de siempre, o sea que la historia siempre se repite, sólo cambia de nombres. Veamos: el antiguo inquilino de Los Pinos, el tal Fox, en sus discursos hablaba de logros, metas cumplidas, aumentos y horizontes grandiosos; claro, el pueblo, los periodistas, y todo mexica de valor bautizó tal actitud diciendo que el señor vivía en una “foxilandia” pues la realidad saltaba a la vista, sí, problemas, atrasos, incumplimientos, retrocesos económicos, corrupción, fraudes estaban presentes en su gobierno. Y ahora resulta que –la historia se repite, pues- con el señor que despacha en Los Pinos este dice cosas que sólo existen en otro país, que hay logros impresionantes y rescate de empleos y el país en auge y en paz. Que nos pregunte a todos los ciudadanos de a pie, a los mineros, a los campesinos, a los obreros, a las amas de casa, a los despedidos, a los jóvenes, a las pequeñas industrias, a los pequeños comercios, a los taxistas, a los carpinteros, a los indígenas y si después de esa encuesta sigue con la cantaleta que todo va bien, pues entonces el pueblo mexica, como a su tristemente célebre antecesor, lo bautizará como un señor que vive en calderolandia. Ahora bien, lo que no especifica el señor Calderón es que al referirse a que todo está bien y todo está blindado y OK, lo hace pensando en la clase en el poder, la clase pudiente. Sí, si eso nos dijera la cosa podría cambiar un poco. Porque los de arriba, los de la pachocha están bien, los banqueros más ricos que nunca, los jueces ganando millones de pesos, los dueños de la charola del dinero nadan en el él, los de la alta sociedad viven espléndidamente, a sus perros los alimentan con bisteces y sus piscinas están rebosantes de líquido, viajan al extranjero en yates de lujo y en aviones particulares, los políticos pripanistas se hospedan en hoteles de lujo sultanesco. ¡Ah! Ahora sí, allí está la bolita. Resulta que el discurso calderonista –calderolandia- está basada en estos valores de la clase en el poder. Allí sí todo está OK, aquí abajo, con la canalla, con el popolo, con la raza de bronce el frío, el fraude, los crímenes, los robos, los retenes de soldados, el hambre, el desempleo, la quiebra. Le digo a usted, lectora insumisa que con este señor en la Silla no gana uno para vergüenzas. Mejor a meternos a Mi Oficina y con unos tequilas soportar la calderolandia. Digo, ¿No? Vale. Abur.