25 de marzo 09

Mientras el señor que despacha en Los Pinos, vestido con elegancia extrema, saluda a la realeza, y en su cara se refleja el alto honor del que es objeto, y brinda con bebidas maravillosas y come comida de reyes, y duerme en el palacio que alberga a emperadores y príncipes, mientras eso sucede allá en la Gran Bretaña, digo, aquí millones de campesinos y sus familias famélicas comen un taco de frijoles y una jarra de café. Mientras el señor que vive en Los Pinos duerme en sábanas maravillosas y almohadas sultanescas –sí, de las mismas que usaba el otro panista irredento, el tristemente célebre señor de las botas, sí, el esposo de la señora Martha-, aquí en cincuenta millones de hogares, la raza duerme en petates y colchonetas agujereadas por la crisis. Contrastes duros pero ciertos los que se dan aquí en este nuestro Mexicalpan de las Ingratas. Sí, aquí en estos lares pripanistas, el lujo y la miseria, la riqueza y lo famélico, la abundancia y el hambre, están presentes, tercamente presentes. La clase en el poder gozando de sus millones, durmiendo en aposentos de ensueño, comiendo en lugares de ensoñación, tomando vinos estratosféricos, acariciando mujeres de cuerpos perfectos, conduciendo autos millonarios, protegidos por guaruras y por soldados y por policías y por jueces y por los otros miembros activos de esa alta clase: los polacos mexicas. Y el contraste, lo sabe usted amiga insumisa y zapatista: soldados y policías y jueces para meter a la cárcel a los de la clase dominada y que se atreven a pedir paz, salarios justos, tierras libres de terratenientes, justicia y equidad: campesinos, obreros, estudiantes, indígenas, amas de casa. Ante tal coraje, yo, que no tenga armas para enfrentarme a tanquetas, metralletas y obuses, asaltantes, narcos y secuestradores, ante ese desamparo ciudadano, corro al búnquer de los pobres –Mi democrática Oficina- y allí María, plena, pura y sonrojada me dará unos tequilas, y claro no faltará el queso Cotija, rico, entero, sabroso –Marca Colectiva, Región de Origen, nada menos, ¿eh?-  cuyas rebanadas de lujo –no como el que vive el señor de Los Pinos, claro- me darán bríos y ganas para librar las batallas cotidianas y tomar fuerzas para enfrentar la represión fascista que está presente y atenta contra las masas populares. Sí, viva el tequila, y viva el queso Cotija. Digo, ¿No? Vale. Abur. 

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