El grave problema que salta a la vista, que está aquí, presente, que nos acaba, que nos destruye como nación otrora mexicana, ese problema, digo, está también a la vista de todos, y todos y todas lo sufrimos, lo padecemos. Y ¿Cuál es ese problema latente? La respuesta es fácil, está a la vista: la incapacidad de los gobiernos panistas de resolverlos, de encararlos con patriotismo –carecen de este valor pues son representantes de una derecha intolerante, desnacionalizadora y entreguista ( y no lo digo yo, es la realidad que nos pega con dureza)-. Vea usted, lectora insumisa, esa realidad, observe y escuche las palabras, los discursos del señor que habita en Los Pinos: lo que dice, lo que habla, lo que propone para salvar a la nación mexicana son, hablando en plata, aspirinas, mejorales para el mal mayor que está corroyendo las instituciones que habían sostenido, de una manera o de otra, pero que valían y tenían valores republicanos. Sí, ante la violencia generalizada, ante la irrupción total en el territorio de los narcos, el dicho señor de Los Pinos lanza al ejército a que imponga, mediante la fuerza bruta, asesinando también a gente inocente, destruyendo hogares, y acabe de esa forma con los cárteles de la droga, en lugar, dicen los expertos, no yo, de implementar una política que cambie los rumbos neoliberales y derrochadores y desnacionalizadores, y de crear una economía basada en la moral republicana, basada en el reparto equitativo de la riqueza; y formar unas bases en donde la justicia social sea clara y expedita, en donde no tengan lugar los fallos contrarios a los intereses de la nación, y quitar –encarcelar- a los jueces que amparan a narcos, criminales, asesinos, rateros y gandallas; y crear, a fondo y desde abajo, una política educativa que contemple la ayuda cabal y justa a los universidades públicas y claro, apoyar total y absolutamente a la educación primaria, dotando de salarios justos a los maestros e invirtiendo lo suficiente para que las escuelas sean verdaderos templos de la enseñanza. Pero nada de esto sucede, los panistas, desde el presidente hasta los secretarios perciben salarios que son un insulto, jueces de la Suprema que también ganan dinero a manos llenas; así, en medio de la corrupción administrativa, en medio del desgobierno, los mexicas sufrimos el infortunio de ser “gobernados” por los horrendos panistas. ¿No? Digo. Vale. Abur.