23 de febrero 2010

No soplan vientos de fronda en estas tierras mexicas. No, todo lo contrario, por los rincones del norte, por las latitudes del entorno de la república, por costas y montañas lo que sopla, lo que se abate, implacable, son rachas de vientos violentos, son ciclones avasalladores los que caen sobre la inerme población que habita esta nación, que hoy celebra doscientos años de independencia y cien de una revolución. Y los aires, las tormentas, los ciclones que golpean sin misericordia a los pobladores nativos son las figuras que utilizo para retratar todos los males provocados por una clase política que se ha enriquecido a costa de la pobreza popular. Sí, la revolución ha sido traicionada, ha sido echada al cesto de la basura histórica, hoy, las mismas condiciones que provocaron el movimiento armado son las mismas que prevalecían antes del levantamiento: los políticos adueñados del poder, defienden sus privilegios y las ganancias de la clase en el poder, utilizan para ello a la Iglesia, al Ejército, y un sistema judicial entregado a esos intereses; sí, la justicia con las leyes actuales reprime los movimientos sociales y criminaliza todas las demandas de obreros, campesinos y trabajadores: ¡Ergo! ¿Qué se festeja? ¡Qué se celebra? Y en cuanto a los doscientos años de independencia, que con bombo y platillo los políticos lanzan frases, discursos, música y fiestas, celebrando tal acontecimiento, hoy, nuestro país obedece los mandatos de organismos internacionales, la economía está sujeta a los vaivenes de la moneda extranjera, la cultura entregada a las empresas internacionales, el cine entregado a potencias extranjeras, los mares, los ríos, las playas en poder de extranjeros, la minería dominada por extranjeros, el petróleo dado a manos extranjeras, el ataque frontal contra los ejidos, la educación en manos de personajes de derecha, y así la lista de traiciones está a la vista, por lo tanto: ¿Celebrar qué? ¿Festejar qué? ¿Celebrar que los trabajadores somos las víctimas del capital grosero, festejar que el ejército y policías reprimen a mineros, campesinos y amas de casa, aplaudir la venta de las propiedades de la nación y del pueblo, hacer fiestas por la pérdida de la soberanía? Mejor no sigo. Como no tengo dinero, tengo mucho corazón para tomarme unos tequilas y aguantar el chaparrón calderonista. Digo ¿no? Vale.Abur.

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