6 de enero 2010

Las calamidades, por decir lo menos, se abaten sobre todos los mexicanos. Turbulencias, huelgas, paros, aumentos criminales en los artículos de consumo, aumento en los precios de la canasta básica, crímenes, asaltos, robos, cristalazos, robo de autos, secuestros, atropellamientos, impunidad, asesinatos en los retenes militares, desencanto social, confusión y llanto, lágrimas y dolor. Y las almas que lloran inconsolables de las niñas y los niños muertos por el incendio criminal de la guardería ABC. Miles y miles y miles de trabajadores echados a la calle. Eso, cosa terrible, fue la tónica del trágico año 2009. Eso es lo que sucede -crímenes, impunidad, encarecimiento, despidos de trabajadores-, eso es lo que ha sucedido en estos nueve años de horrible gobierno de panistas. Y claro, la clase política ni suda ni se abochorna, ellos, todos, tienen dinero a manos llenas, autos con guaruras, boletos de avión, comidas lujosas, sábanas y almohadas principescas, y para que no sean molestados, los ricos, los presidentes, los gobernadores cuentan con los ínclitos jueces mexicas y con los soldados y con los policías. Y al pobre, bueno, al pobre que se le carguen todas las pulgas. Al pobre la ley dura y llana. Al rico la “justicia”.  Esa es la realidad que vivimos. Esa cruel realidad es la que nos atosiga en este 2010. Y el señor que habita en Los Pinos sigue con su discurso en el que ni ve ni siente lo que al pueblo le pasa. Cosas veredes Mío Cid. Ante esa negrura en el horizonte, yo iré a refugiarme en los cálidos brazos de María; iré a calmar mi rabia a Mi Oficina. Escucharé una vez más a José Alfredo, cuya música me distraerá un tanto de la realidad infernal a la que el calderonato nos ha sumido. Los tequilas en la panza calmarán mi espíritu. Las memelas y el queso Cotija y los aguacates, y los chiles toreados y las tortillas de máiz morado y los chilaquiles y el mole de olla y las carnachas y el caldo xóchitl y el retazo con hueso y las albóndigas y las habas tostadas y los cacahuates enchilados, me harán pasar tardes lúcidas, harán que la calma llegue a mis ansias, pero, que quede claro, no harán que olvide las traiciones y las violaciones constitucionales y las políticas criminales y entreguistas que desde Los Pinos se instrumentan. No. Seguiré amando a Morelos, a Juárez, a la paz, a la justicia. Vale. Abur.

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